Reto de Ilustración

¡Muy buenas a todos! Gracias al éxito y la aceptación que tuvo el reto literario del primer número, hemos decidido también hacer un reto de ilustración. ¿Cómo funciona? ¡Muy sencillo! Os proponemos un texto, y respecto a él, nos presentáis vuestras ilustraciones, fácil, ¿no? Haced vuestros dibujos lo más bonitos posible y sobretodo ¡intentad ser originales!

También nos congratula anunciar que ya tenemos el texto para este número, que corre de la cuenta de Nerea, autora de "Brujas" en el primer número de Forbidden Webzine. ¡Os dejamos con él para que vayáis haciendo vuestros trabajos!

EL DRAGÓN EBRIO

     La taberna pintaba tan mal como siempre: la bebida cara, el vino aguado y el pan muy rancio. Así era el Dragón Ebrio, con sus paredes de pintura desconchada, los agujeros de ratones, los borrachos en cada rincón y las mesas cojas llenas de muescas con frases que intentaban sonar ingeniosas y pocas veces lo conseguían. El tabernero no era mucho mejor, ni las camareras de escotes atrevidos con panderos como toneles, pero que cuando sonreían sus dientes eran más negros que la boca de un lobo.

A pesar de todo, la gente como yo sabe dónde encontrar la verdadera diversión.

Irilaya

Así es, damas y caballeros, Irilaya. Ella es la ganadora del premio extraordinario otorgado por el pueblo, en su justa y sabia decisión, para el Reto Literario de este primer número de la revista. ¿Que no os apetece buscar posts atrás la revista para releerlo, ¡no es un problema!

Dulces de algodón

Allí estaba, frente a ella, y con sólo mirarlo Clarity sintió que le faltaba el aliento. No podía expresar con palabras qué era lo que más le gustaba de él, pero lo cierto es que Gido ejercía un magnetismo sobre ella al que le era imposible resistirse.

Curiosamente, el joven no era el prototipo de chico guapo al que todas las chicas querrían presentar a sus padres. Y quizás era precisamente eso lo que le atraía de él.

Era alto, eso sí, mucho más que Clarity, a la que sacaba más de una cabeza, pero era demasiado delgado. Tenía una nariz aguileña que le daba una fuerte personalidad a su rostro de ojos oscuros y perilla, y lucía un peinado extravagante, con el pelo rapado en prácticamente la totalidad de la cabeza, exceptuando un largo mechón de pelo que le caía por el rostro como si fuera un flequillo despeinado.

Siempre vestía unos vaqueros muy desgastados que habían vivido tiempos mejores y que cualquier madre habría insistido en remendar, y unas botas de cuero negro buenas, pero ya entradas en años. Cualquier camiseta le valía para terminar su atuendo y por las noches la misma chupa de siempre le ayudaba a combatir el frío del desierto de Redstone.